Había una vez en un pequeño pueblo llamado Misfitlandia, un asesino que solo salía a Halloween. La gente estaba asustada porque nadie sabía quién era.
Un niño llamado Tomás vivía en Misfitlandia. Era un niño valiente y curioso. A Tomás siempre le gustaba descubrir cosas nuevas y desafiar sus miedos.
Un día, Tomás decidió que quería saber quién era el asesino en Halloween. Se puso un disfraz de detective y salió a explorar el pueblo.
Mientras investigaba, Tomás se encontró con varias personas misteriosas. Pero ninguna de ellas era el asesino. Entonces, decidió preguntar a su vecina, Doña Rosa, que siempre parecía saber todo.
Doña Rosa le explicó a Tomás que el asesino en Halloween era solo una leyenda del pueblo. La gente exageraba y creaba historias para asustarse. No existía un asesino de verdad.
Tomás aprendió que a veces las historias nos asustan, pero no siempre significan que sean reales. Decidió que en lugar de temer, él quería ayudar a que las personas se sientan seguras y felices durante Halloween.
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