Un lunes por la mañana, Miguel despertó y encontró que sus juguetes parecían diferentes.
El osito de peluche tenía la pata en alto y sonreía, mientras que el tren parecía listo para partir.
Miguel frotó sus ojos y miró de nuevo. ¡Sus juguetes se habían movido y estaban vivos!
El osito dijo, '¡Buenos días, Miguel! ¿Jugamos?' Miguel no podía creer lo que escuchaba.
Después de llamar a su mamá, Miguel y sus juguetes pasaron el día jugando y charlando juntos.
Los soldaditos de plástico organizaban desfiles, mientras que los dinosaurios rugían con alegría.
Miguel aprendió que sus juguetes tenían historias y sueños, al igual que él.
La muñeca de trapo contó cómo soñaba con ser una estrella en el teatro de marionetas.
El robot quería explorar y conocer el espacio, así que Miguel le prometió que aprenderían juntos sobre el universo.
Al atardecer, los juguetes estaban cansados y Miguel les leyó un cuento antes de dormir.
El osito de peluche le dio las gracias y le pidió que nunca olvidara ese día mágico.
Miguel cerró sus ojos y al despertar, los juguetes estaban quietos, pero sabía que había sido real.
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