Era un día soleado de verano. Ana miraba por la ventana con una sonrisa.
El cielo estaba azul y el jardín brillaba bajo el sol. '¡Qué día tan perfecto!' pensó.
Hoy estrenaría su nuevo skate, el que había esperado con tanta ilusión.
Bajó las escaleras dando saltitos, no podía ocultar su alegría.
En la cocina, sus padres desayunaban. '¡Buenos días!' exclamó Ana entrando.
Sus padres sonrieron al verla. 'Hoy es un gran día', dijo mamá con cariño.
'Voy a estrenar mi skate', les contó Ana, 'ya practicaré en el parque'.
Papá le guiñó un ojo y mamá la abrazó. 'Ten cuidado', le dijeron con amor.
Ana terminó su desayuno rápido, ansiosa por salir a rodar.
Se puso su casco, tomó su skate y se despidió con una gran sonrisa.
En el parque, el viento le daba en la cara mientras subía en su skate.
'¡Esto es increíble!' gritó Ana al sentir la libertad de deslizarse.
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