Gabriel era un niño muy juguetón. Siempre estaba corriendo y saltando por todos lados. Le encantaba jugar al fútbol con sus amigos en el parque. Pero, a veces, su exceso de energía lo metía en problemas.
Un día, Gabriel decidió jugar a las escondidas en el bosque. Corrió tan rápido que se perdió. Pasó horas tratando de encontrar el camino de regreso a casa.
Finalmente, Gabriel escuchó la voz de su mamá llamándolo. Siguió el sonido y encontró su camino de regreso a casa. Después de ese día, aprendió a ser más cuidadoso y a no correr demasiado lejos.
Gabriel también amaba jugar con su hermana pequeña, María. Juntos construían castillos de arena en la playa y se divertían mucho. Aprendieron a trabajar en equipo y a compartir sus juguetes.
Un día de lluvia, Gabriel decidió jugar a los rompecabezas. Pasó horas intentando encajar las piezas y logró armar uno muy difícil. Estaba orgulloso de su logro.
Gabriel también amaba a los animales. Siempre estaba dispuesto a rescatar a cualquier animalito en apuros. Un día encontró un cachorro abandonado y lo llevó a casa. Ahora, tenía un nuevo amigo peludo.
Gabriel aprendió que aunque era juguetón, también podía ser responsable. Aprendió a controlar su energía y a cuidar de los demás. Siempre será recordado como el niño divertido y amable que era.
Reflection Questions