En un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Miguel. Le encantaba armar y crear cosas con sus manos.
En su habitación había herramientas, tornillos y pedazos de madera. Era como un taller de inventos.
Un día, Miguel decidió hacer una caja de música para su hermana Ana, que le encantaba bailar.
Con cuidado eligió cada pieza. Quería que fuera perfecta y pudiera tocar hermosas melodías.
Mientras trabajaba, se dio cuenta de que le faltaba una pieza muy importante: un pequeño resorte.
Miguel buscó por toda su habitación, pero no podía encontrar el resorte que necesitaba.
Decidió ir al mercado del pueblo para buscar la pieza que necesitaba para terminar su regalo.
En el mercado había muchas tiendas, pero ninguna tenía el resorte correcto. Miguel se sentía preocupado.
De regreso a casa, Miguel encontró un juguete viejo. Tenía el resorte perfecto para la caja de música.
Trabajó toda la noche ajustando el resorte en la caja. Finalmente, la música comenzó a sonar hermosamente.
Cuando Ana recibió su regalo, bailó feliz al son de la caja de música. Abrazó a Miguel agradecida.
El pequeño inventor sonrió, feliz de ver a su hermana tan contenta. 'Crear es mágico', pensó Miguel.
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