Había una vez un niño llamado Mateo. Un día, una fuerte tormenta azotó su ciudad.
Los vientos impetuosos hacían que todo se moviera y las lluvias torrenciales inundaron las calles.
Mateo estaba asustado, pero recordó el poder interior mágico que poseía. Respiró hondo y se calmó.
Decidió enfrentar la tormenta con valentía. Salió de su casa y caminó por las calles inundadas.
Ayudó a sus vecinos a ponerse a salvo y compartió su paraguas con alguien que lo necesitaba.
A medida que ayudaba y se enfocaba en ayudar a otros, su poder interior mágico crecía y lo protegía.
Mateo se dio cuenta de que no importaba qué tan fuerte fuera la tormenta, él siempre podría mantener su valentía.
Al final, la tormenta se calmó y Mateo regresó a su casa, feliz de haber superado el desafío.
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