Había una vez, en un reino no tan cercano, un joven príncipe valiente llamado Andrés.
Andrés tenía un caballo blanco llamado Brillín, que corría más rápido que el viento. Juntos, viajaban por todo el reino.
Un día, recibió una carta que decía: 'Ayuda, Andrés, ayuda. La princesa Tatiana y su gato Pepe están en peligro.'
Tatiana estaba atrapada en un castillo lejano, custodiado por un dragón que echaba fuego y humo. '¡Vamos, Brillín!' dijo Andrés decidido.
El dragón, de escamas doradas y ojos de rubí, rugía y rugía, 'GRRR... ¡Nadie pasará!'
Pero Andrés no se rendía. Con su espada brillante y su corazón fiel, se enfrentó al dragón feroz.
Con destreza y valentía, Andrés logró subir la montaña y llegar al torreón donde estaba la princesa.
Tatiana exclamó con alegría, '¡Andrés, sabías que vendrías! Pepe también te lo agradece.'
Pepe, el gato travieso, ronroneó y rodó antes de saltar a los brazos de Andrés. 'Miau, el héroe ha llegado,' pensó Pepe.
Con Tatiana y Pepe a su lado, Andrés luchó con inteligencia, y el dragón, confiado, fue vencido. '¡Hurra!' gritó el reino.
Tatiana abrazó a Andrés. 'Eres mi héroe, mi príncipe.' Su amor era tan brillante como la luna.
Y así, el príncipe Andrés, la princesa Tatiana, y Pepe, volvieron a casa donde vivieron felices por siempre jamás.
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