En un pequeño pueblo nevado, la Navidad estaba por llegar.
Isa estaba emocionada decorando su casa pero extrañaba a su amigo Tomás.
Ella encontró un árbol y decidió que sería el Árbol de las Emociones.
Por cada emoción que sentía, Isa colgaba un adorno de un color diferente.
Los rojos eran para el amor, y su árbol tenía muchos de ellos.
Los azules representaban la tristeza. Recordó a Tomás y colgó uno azul.
Verdes eran para la esperanza. Isa sonrió y añadió muchos más.
Los dorados brillaban por la felicidad. ¡Qué alegre se sentía Isa!
Se oyó un golpe suave. Era una carta de Tomás, diciendo que vendría.
Isa colgó un adorno morado, por la sorpresa que había sentido.
La noche llegó y con ella, Tomás. Se abrazaron bajo el árbol luminoso.
Viendo los adornos, compartieron historias de sus emociones juntos.
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