Había una vez un niño en silla de ruedas llamado Juanito. A pesar de ser muy inteligente y divertido, a veces se sentía triste porque no podía jugar como los demás niños. Desde la ventana de su casa, Juanito observaba a los otros niños correr y jugar en el parque cercano. Soñaba con un día poder unirse a ellos y correr libremente bajo el sol. Pero por ahora, su silla de ruedas representaba un obstáculo que le impedía participar como lo deseaba.
Un día, mientras estaba sentado en su habitación, vio a una pequeña mariposa volando alegremente fuera de su ventana. La mariposa era de colores brillantes y parecía no tener ninguna preocupación en el mundo. Juanito no pudo evitar sentir una profunda envidia de la pequeña mariposa. Decidido a encontrar la forma de jugar y divertirse como los demás, Juanito se puso a buscar en su cuarto. Encontró un viejo libro de cuentos con imágenes felices de niños jugando en un hermoso parque. Fue entonces cuando descubrió que la magia reside en la imaginación.
Con su imaginación en marcha, Juanito creó en su mente un parque mágico donde podía dejar su silla de ruedas y caminar como cualquier niño. Imaginaba cómo correría por el césped, se columpiaría en los columpios y compartiría risas con sus nuevos amigos. Cada día, al caer la tarde, Juanito cerraba los ojos y viajaba en su mente al parque mágico. Podía ver a los otros niños jugando y él se unía a ellos con sus piernas imaginarias. Juntos, construían castillos de arena, volaban cometas y jugaban carreras.
Aunque solo era una fantasía, Juanito pronto descubrió que su imaginación era muy poderosa. Con el tiempo, su tristeza se fue desvaneciendo y se sintió más feliz y seguro de sí mismo. Ya no se sentía excluido, porque mientras lo deseaba intensamente, no había nada que su imaginación no pudiera hacer. Un día, mientras Juanito se encontraba en su parque mágico, escuchó una voz alegre y familiar. Al abrir los ojos, vio a uno de los niños del vecindario acercándose a él. "¡Hola, Juanito!", exclamó el niño. "Sé que no puedes jugar como nosotros, pero ¿te gustaría unirte a nosotros de todas formas?"
Juanito se sorprendió y sintió una alegría indescriptible. Resultó que su cepillo de dientes mágico le había concedido el deseo secreto de Juanito de tener amigos que lo aceptarían tal como era y lo incluirían en sus juegos. Desde ese día, Juanito siguió visitando su parque mágico en su mente, pero también comenzó a disfrutar el tiempo real con sus nuevos amigos. Ya no se sentía triste ni solo, porque sabía que siempre habría personas especiales en su vida dispuestas a compartir su diversión y amistad.
Y así, Juanito aprendió que no importa las limitaciones físicas, siempre podemos encontrar una forma de ser felices y ser aceptados por quienes realmente nos importan. Con su imaginación y amigos a su lado, Juanito descubrió que el mundo puede ser un lugar maravilloso, lleno de oportunidades y alegría.
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