Había una vez un personaje llamado Martín, un niño de 8 años muy curioso. Un día, mientras exploraba el ático de su casa, Martín encontró una vieja caja llena de cartas. Entre ellas, descubrió una carta de amor escrita hace muchos años, pero nunca enviada.
Martín se sentó en el suelo y comenzó a leer la carta. Era una carta muy especial escrita por una persona de nombre María. La carta expresaba sentimientos de amor y cariño hacia alguien llamado Javier. Martín podía sentir la emoción de las palabras mientras las leía.
Después de terminar de leer la carta, Martín pensó en lo que debería hacer con ella. Se dio cuenta de que la carta nunca fue enviada y que tal vez María y Javier nunca supieron los sentimientos del otro. Martín decidió que debía hacer algo al respecto.
Martín decidió buscar a María y a Javier para entregarles la carta y ayudarlos a comunicarse. Preguntó a sus padres si conocían a alguna persona con esos nombres. Resultó que el abuelo de Martín conocía a una María y también a un Javier. Martín estaba emocionado.
Junto a su abuelo, Martín visitó a María y Javier. Les entregó la carta y les contó la historia de cómo la encontró en el ático. María y Javier se miraron sorprendidos y emocionados. Aquella carta había traído de vuelta los sentimientos que tenían en el pasado.
A partir de ese día, María y Javier se reencontraron y comenzaron a escribirse cartas de amor. Martín se sintió feliz de haber podido ayudar a que dos personas se conectaran a través de sus sentimientos. Siempre recordaría la carta nunca enviada como un recordatorio de la importancia de expresar nuestros sentimientos.