Había una vez una detective llamada Sofía que vivía en un hermoso castillo en la época antigua. Sofía era valiente y siempre estaba buscando misterios para resolver. Además, le encantaba montar a caballo por los campos verdes que rodeaban el castillo.
Una noche, mientras Sofía dormía tranquilamente en su cómoda cama, un monstruo malvado llegó al castillo y lo destruyó por completo. El ruido de la destrucción despertó a Sofía, quien se levantó rápidamente y salió corriendo de su habitación.
Cuando Sofía llegó afuera, quedó asombrada al ver su amado castillo en ruinas. Las paredes estaban derribadas, las torres caídas y todo estaba hecho un desastre. Pero Sofía no se rindió, decidió que iba a descubrir quién había hecho esto y llevarlo ante la justicia.
Sofía buscó por todas partes, revisando cada esquina del castillo destruido en busca de pistas. Encontró un rastro de pisadas extrañas y decidió seguirlas. Los pasos la llevaron a través del bosque oscuro y hasta una cueva misteriosa.
Dentro de la cueva, Sofía descubrió al monstruo que había destruido su castillo. Era una criatura grande y aterradora, con garras afiladas y ojos brillantes. Pero Sofía no se dejó intimidar. Utilizó su inteligencia y habilidades como detective para atrapar al monstruo.
Después de una emocionante persecución, Sofía logró poner al monstruo tras las rejas. El castillo estaba en ruinas, pero Sofía estaba orgullosa de haber resuelto el misterio y capturado al villano. Prometió reconstruir su castillo y hacerlo aún más hermoso que antes.
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