Había una vez, en un pequeño rincón de la campiña, un ratón llamado Miguel. Miguel vivía bajo un viejo roble.
Miguel soñaba con aventuras. Quería encontrar algo especial que hiciera su vida emocionante.
Un día, Miguel encontró la despensa de una granja. Había quesos deliciosos por todos lados.
Entonces, vio el queso dorado. Era enorme y olía maravillosamente bien. Miguel quería ese tesoro.
Con cuidado, Miguel ideó un plan. Debía ser sigiloso para no ser descubierto por los humanos.
Miguel se deslizaba entre sombras, acercándose al queso. ¡Estaba cada vez más cerca del queso dorado!
Con un último esfuerzo, alcanzó el queso. ¡Lo había logrado! Pero, se detuvo y pensó en su familia.
Decidió que el verdadero tesoro era compartir con sus seres queridos. Regresaría a casa con el manjar.
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