En la alegre ciudad de Alegría, la familia Conejo decoraba su acogedor hogar.
Mamá Conejo colgaba botas navideñas en la chimenea. Cada una con el nombre de sus hijos.
Los pequeños conejos miraban emocionados. Las botas eran un tesoro familiar en Navidad.
Después, juntos prepararon galletas navideñas. Formas de estrellas y árboles hacían divertido el horneado.
Mientras las galletas se enfriaban, Mamá Conejo les contó historias de Navidades pasadas.
Los niños escuchaban, aprendiendo que las botas significaban más que regalos; significaban tradición.
Una vez las galletas listas, cada uno decoró una bota con glaseado y confites coloridos.
Luego, escribieron notas de agradecimiento para Mamá Conejo y las escondieron en su bota.
Al llegar la mañana de Navidad, intercambiaron galletas y leían sus notas en voz alta.
Mamá Conejo, con lágrimas de felicidad, abrazó a sus pequeños, agradecida por su amor.
Entendieron que las botas representaban el agradecimiento, los momentos juntos y el calor de familia.
Las risas y abrazos llenaron la casa, mientras fuera nevaba suavemente en Alegría.
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