Había una vez una niña llamada Sofia. A Sofia le encantaba imaginar y crear cosas.
Un día, Sofia imaginó un perro volador. Cerró los ojos y dijo: '¡A volar!' Y el perro voló.
Sofia también imaginó un castillo de caramelos. Usó su varita mágica y el castillo apareció.
Pero Sofia no solo imaginaba cosas para sí misma, también las compartía con sus amigos.
Un día, Sofia imaginó un parque lleno de dinosaurios. Todos sus amigos se divirtieron mucho.
Otro día, Sofia imaginó un cuento de hadas. Sus amigos escucharon atentos mientras ella lo contaba.
Un día, Sofia imaginó que podía pintar un arcoíris en el cielo. Todos se asombraron y sonrieron.
Sofia descubrió que podía crear cosas maravillosas con su imaginación.
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