Había una vez una niña llamada Patricia y un niño llamado Pedro.
Vivían con su mamá y su papá, pero a veces discutían mucho.
Patricia y Pedro se sentían tristes cuando veían a su mamá y su papá pelear.
Pero en lugar de ponerse enojados también, decidieron tener paciencia.
Cuando su mamá y su papá discutían, Patricia y Pedro se iban a su cuarto a jugar.
Esperaban pacientemente a que la pelea de sus papás terminara.
Y después de un rato, la mamá y el papá se calmaban y todos volvían a estar felices.
Patricia y Pedro aprendieron que tener paciencia es importante y que las peleas no duran para siempre.
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