Maya es una niña curiosa con una gran imaginación. Un día, mientras jugaba en el bosque, descubre un huevo gigante de dragón. Entusiasmada, decide cuidarlo y esperar pacientemente a que nazca. ¡Qué emoción!
Día tras día, Maya visita el huevo, ¡pero nada parece suceder! Ella se pregunta cuánto tiempo tendrá que esperar. Pero su amiga Gabriela le dice: 'Ten paciencia, Maya. Lo mejor está por venir'.
Finalmente, después de semanas de espera, el huevo se agrieta y un pequeño dragón sale volando. Maya está extasiada y grita: '¡Mi amigo, mi amigo!' El dragón la mira y dice: 'Hola, Maya. Gracias por esperarme'.
A partir de ese día, Maya y su amigo dragón tienen innumerables aventuras llenas de magia y risas. Juntos aprenden que la paciencia es una virtud que vale la pena cultivar. Siempre que Maya se sienta impaciente, su amigo dragón le recuerda: 'No te preocupes, Maya. Lo bueno se hace esperar'
Y así, Maya y su amigo dragón siguen explorando el mundo, con paciencia y alegría en sus corazones. Porque en cada espera hay un tesoro esperando ser descubierto, y siempre vale la pena esperar.
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