Había una vez tres amigas llamadas Ana, María y Laura. Ellas eran inseparables y siempre estaban juntas. Un día, las tres amigas comenzaron a ir al colegio. Estaban muy emocionadas por aprender nuevas cosas y hacer nuevos amigos. En el colegio, aprendieron a pintar y a leer. Les encantaba colorear dibujos bonitos y leer cuentos divertidos.
Durante el recreo, las tres amigas siempre se sentaban juntas y compartían su colación. Ana llevaba una manzana, María llevaba una galleta y Laura llevaba un sándwich. Se divertían mucho hablando y riendo mientras comían. A veces, incluso intercambiaban un poco de su comida para probar cosas nuevas.
La amistad entre Ana, María y Laura se hizo más fuerte cada día. Siempre se apoyaban y se ayudaban mutuamente. Cuando una de ellas tenía un problema, las otras dos estaban allí para escuchar y ofrecer su ayuda. Juntas, superaban cualquier obstáculo y se divertían mucho.
Al final del año escolar, las tres amigas se dieron cuenta de lo mucho que habían aprendido y crecido juntas. Estaban muy agradecidas por tenerse como amigas. Prometieron seguir siendo amigas para siempre y nunca olvidar los momentos especiales que compartieron en el colegio.
Y así, las tres amigas continuaron su amistad a lo largo de los años. Siempre recordaron su tiempo en el colegio y valoraron la importancia de la amistad. Juntas, enfrentaron nuevos desafíos y vivieron muchas aventuras emocionantes.
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