Había una vez una mamá pata y sus patitos. Vivían en un hermoso estanque rodeado de árboles. Los patitos eran muy juguetones y curiosos, pero siempre estaban bajo el cuidado de su mamá. Un día, la mamá pata decidió enseñarles a sobrevivir en el agua.
Primero, les enseñó cómo nadar. Los patitos seguían a su mamá y movían sus patitas rápidamente. Al principio, les costaba un poco, pero con práctica, mejoraron cada día. La mamá pata estaba muy orgullosa de ellos.
Después, les enseñó a buscar comida. Los patitos se zambullían en el agua y buscaban pequeños bichitos para comer. La mamá pata les mostraba dónde encontrar las mejores comidas y les decía qué cosas evitar. Los patitos aprendieron a ser responsables de su propia alimentación.
Un día, la mamá pata tuvo que irse a buscar comida para alimentar a su familia. Les dijo a los patitos que se quedaran cerca del estanque y que no se alejaran. Los patitos asintieron con la cabeza y prometieron ser responsables.
Pero uno de los patitos, llamado Max, era muy curioso. Se acercó al borde del estanque y vio un hermoso campo de flores. Sin pensar en las advertencias de su mamá, saltó del agua y corrió hacia el campo. Muy pronto, se dio cuenta de que se había perdido.
Max se sentía asustado y triste. Quería encontrar el camino de regreso, pero no sabía cómo. Entonces, recordó lo que su mamá siempre le decía: 'Sé responsable y piensa antes de actuar'. Max se calmó y pensó en una solución.
Max decidió seguir el sonido del agua y caminó en esa dirección. Finalmente, encontró un riachuelo y recordó el camino de regreso al estanque. Los demás patitos estaban muy felices de verlo sano y salvo.
Desde ese día, todos los patitos aprendieron la importancia de ser responsables y escuchar a su mamá. Juntos, seguían disfrutando de aventuras en el estanque, pero siempre recordaban cuidar el uno del otro y ser responsables de sus acciones.
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