Érase una vez una niña llamada Luna, cuyo corazón latía al ritmo suave de los ronroneos.
Su habitación estaba llena de gatitos de peluche y pósters de gatos traviesos.
Un día, mientras paseaba por el parque, encontró un gatito perdido.
Lo llevó a casa y lo llamó Estrella.
Juntos, Luna y Estrella compartieron aventuras llenas de maullidos y risas.
Creando un lazo eterno.
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