Noa era una niña con una gran imaginación. Le encantaba dibujar mundos nuevos.
En su pared, colgaban dibujos de príncipes, dragones, y animales parlantes.
Pero sobre todos, su personaje favorito era Nono, un pequeño perro blanco.
Nono tenía una mancha negra en el lomo y ojos brillantes que reflejaban alegría.
A través de los cómics, Noa y Nono vivían aventuras increíbles juntos.
¿Nono podía hablar con otros perros? ¡Claro! Pero también con las flores y el viento.
Un día, crearon un castillo de cartón gigante donde se escondía un tesoro.
Nono ladró emocionado. Juntos, buscarían el cofre dorado lleno de joyas coloridas.
En su búsqueda, encontraron a Luna, la gata sabia que les dio pistas misteriosas.
Nono olió las pistas, siguiendo su nariz hasta una montaña de almohadas.
¡Allí estaba el tesoro! Noa y Nono celebraron su hallazgo con risas y bailes.
Noa abrazó a Nono. 'Eres el mejor compañero de aventuras', susurró mientras anochecía.
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