Había una vez en la antigua Grecia, un músico llamado Orfeo. Era conocido por su maravilloso talento para tocar la lira, un instrumento musical parecido a una guitarra. Orfeo podía crear melodías tan hermosas que incluso los pájaros se detenían a escucharlo. Orfeo vivía en una pequeña aldea rodeada de verdes colinas. Allí encontró su amor verdadero, una bella ninfa llamada Eurídice. Juntos eran muy felices y se amaban profundamente. Pero un día, mientras paseaban por el bosque, Eurídice sufrió un accidente y murió trágicamente.

Orfeo, devastado por la tristeza, no podía imaginar su vida sin su amada. Decidió hacer algo extraordinario para traerla de vuelta del mundo de los muertos. Con su lira en mano, se adentró en el oscuro inframundo (el reino de Hades) determinado a rescatar a Eurídice. Allí, en el reino de los muertos, Orfeo se encontró con Pluto, el gobernante del inframundo. Con su talento musical, Orfeo logró conmover a Pluto y a su esposa Perséfone. Impresionados por sus melodías, le permitieron a Orfeo intentar traer a Eurídice de vuelta a la vida. Sin embargo, había una condición: Orfeo debía caminar frente a Eurídice sin voltear a mirarla hasta que ambos estuvieran fuera del inframundo.

Emocionado, Orfeo comenzó a caminar con Eurídice detrás de él. Aunque ansiaba verla, recordaba la promesa que había hecho y se negó a voltear a mirarla. Pero a medida que caminaban, dudas empezaron a surgir en su mente. ¿Eurídice lo seguía realmente? ¿Estaba allí detrás de él? Con cada paso, la duda se fortalecía, hasta que Orfeo no pudo soportarlo más y se giró para ver a Eurídice. Sin embargo, en ese preciso momento, ella desapareció ante sus ojos. Orfeo había roto su promesa y había perdido para siempre a su amada.

Devastado y lleno de tristeza, Orfeo regresó a la superficie sin Eurídice. A partir de ese día, ya no pudo tocar la lira con la misma alegría y energía de antes. Pero su música se hizo famosa y se dice que sus canciones eran tan conmovedoras que podían hacer llorar a los ríos y hacer que las montañas se movieran. Y así, Orfeo vivió el resto de sus días manteniendo viva la memoria de Eurídice a través de su música y enseñando a todos la importancia de cumplir las promesas hechas con el corazón. Y aunque nunca volvió a tener a su amada, su historia de amor inspiró a muchas personas a amar y valorar a aquellos que están en nuestras vidas.

Y así, pequeño(a) amigo(a) mío(a), la historia de Orfeo y Eurídice nos enseña la importancia de respetar nuestras promesas y el poder de la música para mover nuestros corazones. ¡Dulces sueños!