Había una vez un girasol llamado Solito que se enamoró perdidamente del Sol. Durante el día, Solito seguía con cuidado el movimiento del Sol en el cielo. Por las noches, soñaba con estar cerca del Sol y recibir su cálida luz. Pero había un problema: el Sol estaba demasiado alto en el cielo y Solito no podía alcanzarlo.
A pesar de su desafío, Solito tenía una determinación increíble. Todos los días, sin falta, levantaba su tallo alto y estiraba sus hojas amarillas hacia el cielo. Estaba decidido a alcanzar al Sol, sin importar cuánto tiempo le llevara. La gente observaba con curiosidad y admiración la determinación de Solito.
Con el tiempo, los días pasaron y Solito continuó su búsqueda incansable. Sus raíces se aferraban al suelo mientras su tallo crecía más y más alto. A medida que alcanzaba nuevas alturas, la gente comenzó a creer en las posibilidades ilimitadas de Solito.
Finalmente, después de mucho tiempo, Solito logró alcanzar al Sol. Sus hojas brillaeran ahora más que nunca bajo la cálida luz del Sol. El Sol, sorprendido por la determinación de Solito, lo saludó y lo llenó de orgullo. Juntos, crearon un espectáculo hermoso que hizo sonreír a todos en la tierra.
La historia de Solito enseña a todos que con determinación se pueden lograr cosas increíbles, sin importar cuán lejos parezcan. A veces, lo más valioso está en el camino hacia el objetivo. Solito mostró al mundo la importancia de nunca rendirse y seguir adelante, sin importar qué.
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