Había una vez, en un parque muy lejano, una fiesta de piratas. Todos los niños del vecindario se disfrazaron y se reunieron para la diversión. El parque estaba decorado con banderas negras, calaveras y tesoros escondidos.
Los piratas jugaban a buscar el tesoro enterrado. Trabajaban en equipo, siguiendo el mapa del tesoro. Cavaron en el suelo esponjoso y encontraron un baúl lleno de monedas de chocolate y juguetes. ¡Qué emoción!
Había una gran torta de chocolate con forma de barco pirata. Todos los niños se acercaron para soplar las velas y cantar el cumpleaños feliz. La torta tenía colores llamativos y decoraciones temáticas.
Los piratas competían en juegos divertidos, como carreras de sacos y lanzamiento de aros. Todos se reían y disfrutaban de la fiesta. Al final del día, hubo un espectáculo de fuegos artificiales que iluminaron el cielo nocturno.
El capitán pirata, vestido con su sombrero negro y su parche en el ojo, agradeció a todos por asistir a su fiesta. Prometió que el próximo año sería aún mejor. Los niños se despidieron con abrazos y con la alegría de haber pasado un día genial.
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